Vistas de página en total

domingo, 18 de noviembre de 2012

Esperanzas




De inmediato, tanto mis padres como yo nos preocupamos mucho. No teníamos idea de qué hablaban, solo queríamos una explicación a todo ello. Dijeron que se me acusaba de haber sido partícipe en el asesinato de Andrés Rosales y la desaparición de Érica Gómez. Al oír esto me quedé atónita. Tomaron mis brazos y partimos hacia la delegación. Al llegar, noté que Jocabet estaba sentada junto a sus padres. Tenía un aspecto como de pordiosera y parecía que estuviese ida.
Pasaron a mis papás para que hablaran con un agente del Ministerio Público, y a mí con otro. Comenzaría aquel interrogatorio. De inicio el tipo que estaba conmigo preguntó mi nombre, edad, etcétera. Empecé a decirles por qué me trataban de ese modo cuando yo no había hecho nada. La única explicación a mis preguntas era que, al parecer, yo era una probable delincuente y que se tenía qué tomar mi declaración más a fondo.

El agente del Ministerio Público empezó con preguntas un tanto intimidatorias:
—¿Qué tipo de drogas consumes y desde qué edad?
—Ninguna. Solo alcohol desde el viernes pasado. Es decir a partir de mis 17 años.
—Jaja — sonrió burlonamente.
—¿Cómo es la relación que llevas con tu familia?
—Muy buena. La verdad no he tenido ningún tipo de problema con ellos. En mi familia somos muy unidos.
—Sí, como no.
—¿Desde hace cuánto tiempo conoces a Carlos Olivares?
—Desde hace tres meses que entramos a clases. Él acababa de cambiarse de casa y, por lo tanto, también de escuela.
—¿Qué relación tenías con él?
—Solo somos compañeros de clase. La verdad, hasta hace poco le empecé a hablar bien.
—¿Cuántas veces te has escapado de la escuela o  de tu casa para salir con Carlos?
—Ninguna, con la excepción del viernes que optamos por no entrar a clases.
—¿A qué hora quedaron de verse y en dónde?
—En realidad, no quedamos en nada. Todo fluyó al momento.
—Sí, es lo que dicen. ¿Y cómo pretenden que les creamos después de todas las pruebas que los delatan?
—¿Cuáles pruebas? ¡De qué me está hablando!
—Mira muchachita. Más vale que empecemos a sincerarnos y digas la verdad, porque no sabes en qué gran lío te estás metiendo.
—¿De qué me habla? ¡Qué verdad quiere que le diga!
—A ver. Vámonos entendiendo. ¿Quién lo mató? ¿Dónde está Érica?
—No sé.  Le juro que de eso no sé nada. Incluso a mí me sorprendió la noticia.
—Ya por favor. Deja de mentir. Por si no sabías, tu amiguito Carlos se encuentra ya preso, y lo más seguro es que no la libre. Aparte, hay testigos que aseguran haberte visto con ellos desde muy temprano hasta al anochecer. Y qué casualidad que los únicos que no salieron afectados de este crimen fueron tú y él.
—De verdad que no tuve nada que ver en eso. Sí, es cierto que estuve ese día con ellos, pero en determinado momento yo me fui a casa, y después ya no supe nada.
—¿Y quién me asegura lo que estás diciendo?
—Yo.
—¿Por qué debería de creerte?
—Porque es la verdad.
—Por lo visto no quieres hablar. Solo recuerda que si confiesas todo, tu condena se reduciría, y por otro lado nos ayudarías a encontrar a Érica.
—Si supiera algo ya lo habría dicho. Yo no fui cómplice de nada ni de nadie. Lo juro.
—¿Ah sí?, pues ya lo veremos.

Después de esto, me mantuvieron dentro de la delegación mientras se cumplía el plazo de 48 horas. Tanto mi abogado como los del Ministerio Público, tenían que realizar toda la averiguación posible para así proceder con la demanda.
Estando en dicho lugar, el mismo día de mi declaración, durante la madrugada llegó el reporte donde decía que habían hallado a una persona en estado inconsciente. Era Érica.
Inmediatamente realizaron las investigaciones necesarias. Ella fue hospitalizada por el estado de salud en que se encontraba. En los estudios que le hicieron, comprobaron que presentaba síntomas de violación. Ella sufrió un paro cardíaco y posteriormente cayó en coma. En ese momento se empeorarían las cosas, pues no podría declarar lo sucedido, y era la única persona que podía ayudarme a demostrar mi inocencia. Jocabet no había podido declarar mucho, estaba en shock. De su boca solo salían estas palabras: “Él fue, él, yo no quería”.
Y efectivamente culpaba a Carlos, quien ya se encontraba preso, pues en el cadáver de Andrés, que por cierto quedó destrozado, registraron huellas digitales procedentes de él.

La desesperación estaba acabando conmigo. Lo único que pedía era que Érica despertara para así salir de esa horrible pesadilla. Pero, ¿qué creen? Se cumplió el plazo, y desafortunadamente mi abogado no pudo reunir las pruebas necesarias. Al presentarme ante el juez, todo apuntaba a mi culpabilidad. Érica no reaccionaba y era necesaria su declaración, por lo que se alargaría el caso bajo ciertas condiciones hasta que ella volviera a la realidad. Para mi desgracia la sesión fue interrumpida por una persona que entró al juzgado a darle cierta información al juez.
Érica había muerto y junto con ella mis esperanzas. Ya no se podía hacer nada a mi favor. Dictaron mi condena; veinte años privada de mi libertad. Me llevaron a un consejo tutelar de menores mientras cumplía la mayoría de edad. Después me transferirían a un reclusorio. Actualmente, me encuentro presa en el penal de Santa Martha Acatitla. Llevo cinco años.

Jamás se conocerá la verdad, pese a que se hizo de todo, no pudieron demostrar mi inocencia. Nunca se supo que pasó exactamente. Jocabet se encuentra internada en un hospital psiquiátrico. El hijo de puta de Carlos se está pudriendo en la cárcel. Su condena es de 60 años, pues el muy idiota, es un depravado sexual que se dedicaba junto con sus compinches a violar y matar a jóvenes. Supongo que ellos en sí, fueron los causantes de toda esta tragedia. Si lo tuviera frente a mí, lo haría pedazos para hacer valer la pena mi encierro. Y si pudiera volver el tiempo atrás, cambiaría muchas cosas.  Por cierto me quedé con las ganas de dar ese paseo con mi tío. No imagino como hubiera sido. Ya me resigné, y estoy terminando de adaptarme porque ¡puta! Día a día se viven aquí dentro tantas cosas que… Mejor prefiero omitirlas.

Ojala todo esto que les cuento les sirva como moraleja y, así, vean que no es bueno confiarse de personas que uno cree son un ángel y terminan siendo el mismísimo demonio.

domingo, 11 de noviembre de 2012


El sábado, con todo y mi gran cruda, solo quería marcarle a Érica para saber como había llegado y platicar de todo lo ocurrido el día anterior. Pero al salir de mi cuarto lo primero fue la regañiza de mis padres. Pues se enteraron que me fui de pinta. En primer lugar porque como no fui a la escuela, llamaron para informar que habría una reunión en días posteriores. En segundo por la hora en que llegué a casa.

En fin… Se me quitaron las ganas de hablar con ella. Solo pensaba en comer, ver tele y volver a la cama. Después estuve todo el tiempo encerrada en mi cuarto durmiendo, y para nada me percaté de lo que acontecía afuera. Desperté hasta otro día, domingo. Por la mañana noté a mis padres muy extraños conmigo. Estaban así por lo que yo había hecho días antes. Por la tarde llegó mi tío y conversaron por mucho rato. En determinado momento, él me pidió que charláramos. Como saben, no hizo más que cuestionarme acerca de mi escapada del viernes, y me pidió dar un paseo el próximo fin. Así, se pasó el día. Por la tarde estuve llamando a Érica, pero ni en su celular  ni en su casa contestaba. Decidí volver a mi cuarto a relajarme y a escuchar música, hasta quedarme dormida. Nunca imaginé que sería el último momento en el que estaría tranquila.

Y, ¿saben por qué?  Porque al otro día me enteraría de la tragedia que marcaría mi vida para siempre.

Al parecer, el viernes que perdí de vista a Érica a mitad de camino, fue porque Carlos nos alcanzó en el carro de uno de sus amigos. A ese joven, no lo conocíamos y según por coincidencia, llegó al parque después de que nosotras nos retiramos.  Al llegar hasta donde estábamos, raptaron a Érica sin que yo me percatara. Aparte, dicen que a mi ni me tomaron en cuenta por que estaba muy ebria. El punto es que se la llevaron. En el carro también iban Jocabet y Andrés, quienes después fueron sometidos y engañados de una manera horrible por Carlos.

Se preguntarán cómo es que sé todo esto. Lo sé, porque el lunes muy temprano, justo cuando estaba por salir para la escuela. A mi casa, llegaron unos policías con una orden de aprehensión. El motivo: ser cómplice de un crimen, del cuál no tenía ni el más mínimo conocimiento.

domingo, 4 de noviembre de 2012


El gran momento…

Después de terminarnos todo el alcohol que habíamos comprado, nos quedamos con las ansias de beber más. Ya no teníamos dinero y a nadie se le ocurría otra cosa más que irnos a nuestras casas. Pero de la nada a Carlos se le vino una idea y nos dijo: "¿Que tal si nos subimos a cantar en los camiones, y con lo que nos den compramos más chelas?". Todos accedimos. Sinceramente, yo era la más ebria de ellos, por lo que mi papel fue el de pasar a recoger las monedas que nos dieran. La verdad, no puedo decirles si fue algo vergonzoso o no, puesto que apenas  si me acuerdo. Y al parecer en menos de una hora ya habíamos juntado lo suficiente para saciar nuestra sed. Obviamente, compramos más cervezas, y por consiguiente terminamos de embriagarnos.

 Pocas horas después, comenzó a oscurecer y por un momento pensé que ya tenía que irme a mi casa. Le dije a Érica que nos fuéramos, que ya era suficiente, y como ella también ya estaba mal, accedió fácilmente. El problema era que nosotras no teníamos ni un peso y estábamos  a unos siete u ocho kilómetros de nuestras casas. En pocas palabras era necesario tomar algún transporte para poder llegar, por el estado en el que estábamos.  Ella recordó que a Carlos le habían quedado unas monedas y por lógica se le hizo fácil pedírselas para nuestros pasajes. Al comentarle, Carlos no quiso darle ni un peso y ella se molestó tanto que entablaron una discusión. Después de un rato de medio oírlos, porque la verdad ya estaba más dormida que despierta, sentí que Érica me jaló y me dijo: "ni pedo, mana, nos toca caminar". Y así fue. Empezamos a caminar. Como les había dicho antes, yo no tenía idea de donde andábamos, pero como su papá es taxista y de vez en cuando lo acompañaba en sus viajes, más o menos conocía el lugar. Solo  recuerdo que mencionó que si caminábamos derecho, saldríamos a la avenida principal, y pues ahí ya conocíamos.

 Al poco rato de caminar empecé a oír gritos. Así como si dos personas alegaran, pero por lo mismo de que ya estaba muy ebria ni me percaté de lo que acontecía y seguí caminando. Después  de un tiempo. Noté que Érica ya no caminaba conmigo pero no pensé en regresar a buscarla, pues con trabajos yo podía andar. Aparte, ya estaba cerca de la avenida y lo único en mi mente era volver a casa. Al llegar, lo primordial para mi fue recostarme y perderme en mi sueño.

Al otro día desperté con una cruda que no soportaba, y encima, el regaño de mis padres. Pero eso no era lo peor, lo peor, vendría en los días siguientes...

domingo, 28 de octubre de 2012


El recuerdo


En ese momento mi cerebro no dejó de pensar y me cuestionaba lo siguiente: ¿Valió la pena? ¿Cómo fue que accedí? Y todo porque comencé a dudar y a malviajarme acerca de, a que se refería mi tío cuando dijo: daremos un paseo. En fin… decidí olvidar eso por un rato y entré a ducharme, ahí, mientras el agua tibia recorría mi cuerpo, recordé lo vivido aquel día.
La neta no me arrepiento. Pues como les había dicho antes, tenía la espinita de saber que se sentía. De la fecha exacta no me acuerdo, solo sé que fue un viernes y que como todos los días, salí de mi casa a las 7:45 horas, pues la entrada a la escuela era a las ocho. Al llegar noté que mis amigos aún no habían entrado a clases. En cuanto me acerqué a ellos, Érica; mi mejor amiga, me dijo: — ¡Que onda! ¡Vámonos de pinta, no? Al principio lo dudé mucho y empecé a interrogarla, pero después de diez minutos terminaron por convencerme.
 Junto con nosotras estaban: Carlos, Jokabet y Andrés; otros amigos y compañeros de clases. Recuerdo que ya había sonado el timbre que daba la señal para que cerraran el zaguán de la escuela  y, “sin querer queriendo” nos quedamos afuera. Empezamos a caminar sin rumbo fijo. La verdad ni sabía por donde andábamos. Solo me acuerdo que terminamos en un parque todo rascuachin, en el cual, después de un buen rato pensando en que haríamos, decidimos embriagarnos.
No me justifico pero la idea salió de jokabet pues en ese momento nos dijo: ay que sacar pa' las chelas a esto Carlos respondió: pues pa' luego es tarde—. La verdad en ese momento Érica, Andrés y yo; fuimos un tanto manipulados, pero a final de cuentas donamos las monedas que traíamos. Juntamos $250.00 pesos y como cerca de aquel parque había un minisúper, sin dudarlo, mandamos a Carlos por cervezas, y es que él ya tenía la mayoría de edad y podrían vendérselas sin problemas. Con lo que sobró de dinero también compró cigarrillos.
Debo confesar que yo antes de aquel día, no había ingerido ningún tipo de bebidas embriagantes y mucho menos había fumado. Pero en ese momento no me importó y comencé a tomar como sin nada. El primer trago fue el más amargo, ya los demás se pasaban por mi garganta como agua.Después de una hora, yo ya estaba ebria y como a la mayoría de los ebrios, no me importaba lo que pasaba o lo que pasaría…


domingo, 21 de octubre de 2012




Y después de mi huida, ¿qué imaginan que pasó? Era obvio que me regañarían hasta más no poder. Mis padres se decepcionaron e incluso pensaron que ya andaba en “malos pasos”. ¿Pueden creerlo? Tal vez sí era lógico que pensaran eso, ya que —— como les dije —— nunca había hecho nada fuera de lo estipulado.

Al otro día no me la acababa. Me aplicaron un castigo con el cual, según ellos, no me quedarían ganas de volver a hacerlo. La verdad, debo admitir que, en un principio me sentí muy mal, y después caí en mis cinco minutos de reflexión. Pero ya que pensé bien las cosas, deduje que no era algo tan malo, y que fuera de ello, había logrado quitarme esa espinita. Aparte me contaron que ese día en la escuela fue un tanto aburrido, y el hecho de no haber asistido a clases no afectaría mis calificaciones (cuestión que sin duda preocupaba a mi madre).

Pasaron los días. Al llegar el fin de semana, fue uno de mis tíos (el que más nos frecuenta) a la casa. Obviamente se enteró de mi “escapadita”. Al verlo, lo único que pensé fue: chin… ¡otra regañiza! ¡Ni modo, eso me pasa! Pero mayor fue mi sorpresa, puesto que él, efectivamente, iba a conversar conmigo y no como yo lo supuse sino de una manera más pacifica. 

Me llamó a la sala y fue así como comenzó aquel interrogatorio; que adónde fui, con quién, por qué, etcétera. Y después de diez mil preguntas y respuestas… llegó “la pregunta del millón”. En esta me cuestionó acerca de si yo, mientras me la pasaba de lo mejor fuera de la escuela, pensé por un momento en mis padres. Ellos  sí se preocuparon muchísimo al saber que no estaba en donde se suponía, tenía que estar. Entonces yo respondí que no, que no lo pensé y que en ultima instancia ese suceso ya era historia, que yo estaba bien y que no debían armar tanto drama por algo insignificante.

Al escuchar esto, hizo una serie de gestos que la verdad no me agradaron mucho. Suspiró, y tres segundos más tarde dijo: "¡Ay, niña!". Sé que tal vez nunca llegues a comprenderme. Pero aún así debes escucharme. "¡Te guste o no!" Me quedé perpleja y con una serie de dudas. Se marchó, solo dijo: "vengo por ti el próximo fin de semana. Daremos un paseo".

domingo, 14 de octubre de 2012

“Normas que dicta la sociedad”

Toda mi vida se ha tornado en base a los deseos que tengo por conseguir muchas cosas. Cosas, que sin duda han ido manipulando mi modo de actuar, y, que a su vez, han ido dejando atrás todos esos momentos de infancia y estupidez.

Es obvio, que muchos de los adolescentes anticipamos y nos imaginamos cosas a futuro. Claro, cosas a nuestra conveniencia. Pero que al fin y al cabo forman parte de nuestra vida cotidiana.

Sé, que siendo joven no es difícil tomar ciertas decisiones. Pero la mayoría de nosotros nos precipitamos, y, sin pensarlo mucho, (como se debería). Optamos por conducirnos hacia esos caminos, que a la larga, nos llevan a cometer una ilimitada serie de locuras, las cuales no comprendemos hasta que se es demasiado tarde.

Y, Hablando de locuras. ¿Saben como les llaman nuestros padres a estas?, les llaman: “errores”. Y peor aún. ¿Saben que pasa si tú como chavo cometes un error?, quedas marcado de por vida. Claro, esto según ellos. Y bueno, no es que no les de la razón. Y si, lo cierto es que son sucesos que te dejan huella. Pero no como ellos te lo hacen creer, si no como tú los quieras ver.

Se preguntarán a donde quiero llegar con esto. Mi finalidad es que ustedes puedan entender las cosas que han ido transformando mi existencia.

Para empezar deben saber que yo siempre tuve la idea de manejar mi vida rigiéndome “bajo las normas que dicta la sociedad”, (esto por así decirlo). Y por lógica, lo anterior implicaba ser una niña bien portada, estudiosa y ante todo responsable. Todo eso, aunque muchos no lo crean, lo logré. Hasta que un día; no se ni como ni porque;  llegó a mi mente esta idea: ¿Por qué me abstengo de tantas cosas? ¿Qué pasaría si dejara de actuar como lo hago?, por supuesto que nunca lo pensé en sentido de destruir todos mis logros. Más bien fue en sentido de hacer repelar a esa gente que se rige bajo prejuicios.

Y ya conduciéndome así, lo primero fue; irme de pinta, puesto que era algo que siempre había tenido ganas de hacer; simple y sencillamente por saber que se sentía. ¿Y adivinen que paso?, pues que me descubren. Tal vez piensen: ¡que pendeja!, e igual y tienen razón. Pero reconsideren que en sí, nunca había hecho, nada, nadita que ameritara un gran regaño.