Vistas de página en total

domingo, 4 de noviembre de 2012


El gran momento…

Después de terminarnos todo el alcohol que habíamos comprado, nos quedamos con las ansias de beber más. Ya no teníamos dinero y a nadie se le ocurría otra cosa más que irnos a nuestras casas. Pero de la nada a Carlos se le vino una idea y nos dijo: "¿Que tal si nos subimos a cantar en los camiones, y con lo que nos den compramos más chelas?". Todos accedimos. Sinceramente, yo era la más ebria de ellos, por lo que mi papel fue el de pasar a recoger las monedas que nos dieran. La verdad, no puedo decirles si fue algo vergonzoso o no, puesto que apenas  si me acuerdo. Y al parecer en menos de una hora ya habíamos juntado lo suficiente para saciar nuestra sed. Obviamente, compramos más cervezas, y por consiguiente terminamos de embriagarnos.

 Pocas horas después, comenzó a oscurecer y por un momento pensé que ya tenía que irme a mi casa. Le dije a Érica que nos fuéramos, que ya era suficiente, y como ella también ya estaba mal, accedió fácilmente. El problema era que nosotras no teníamos ni un peso y estábamos  a unos siete u ocho kilómetros de nuestras casas. En pocas palabras era necesario tomar algún transporte para poder llegar, por el estado en el que estábamos.  Ella recordó que a Carlos le habían quedado unas monedas y por lógica se le hizo fácil pedírselas para nuestros pasajes. Al comentarle, Carlos no quiso darle ni un peso y ella se molestó tanto que entablaron una discusión. Después de un rato de medio oírlos, porque la verdad ya estaba más dormida que despierta, sentí que Érica me jaló y me dijo: "ni pedo, mana, nos toca caminar". Y así fue. Empezamos a caminar. Como les había dicho antes, yo no tenía idea de donde andábamos, pero como su papá es taxista y de vez en cuando lo acompañaba en sus viajes, más o menos conocía el lugar. Solo  recuerdo que mencionó que si caminábamos derecho, saldríamos a la avenida principal, y pues ahí ya conocíamos.

 Al poco rato de caminar empecé a oír gritos. Así como si dos personas alegaran, pero por lo mismo de que ya estaba muy ebria ni me percaté de lo que acontecía y seguí caminando. Después  de un tiempo. Noté que Érica ya no caminaba conmigo pero no pensé en regresar a buscarla, pues con trabajos yo podía andar. Aparte, ya estaba cerca de la avenida y lo único en mi mente era volver a casa. Al llegar, lo primordial para mi fue recostarme y perderme en mi sueño.

Al otro día desperté con una cruda que no soportaba, y encima, el regaño de mis padres. Pero eso no era lo peor, lo peor, vendría en los días siguientes...

No hay comentarios:

Publicar un comentario